El agua hervida, un tema aparentemente sencillo, encierra en realidad una serie de mitos y verdades que vale la pena explorar a fondo. Desde la perspectiva de la salud pública hasta la química del agua, pasando por la experiencia culinaria, cada ángulo ofrece una visión diferente sobre los beneficios y posibles inconvenientes de consumir agua previamente hervida.
Históricamente, hervir agua ha sido una de las formas más efectivas y accesibles de purificarla. En tiempos donde la infraestructura de saneamiento era inexistente o rudimentaria, hervir el agua era la principal defensa contra enfermedades transmitidas por el agua, como el cólera, la tifoidea y la disentería. El calor elimina o inactiva la mayoría de los patógenos, incluyendo bacterias, virus y protozoos, haciéndola más segura para el consumo.
En la actualidad, aunque muchas ciudades cuentan con plantas de tratamiento de agua que garantizan la potabilidad, hervir el agua sigue siendo una práctica común en ciertas situaciones. Por ejemplo, durante alertas de contaminación del agua, en zonas rurales donde el acceso al agua potable es limitado, o simplemente como precaución adicional, especialmente para personas con sistemas inmunológicos comprometidos.
Cuando el agua se calienta, su energía cinética aumenta, lo que significa que las moléculas se mueven más rápido. Al alcanzar los 100°C (212°F) a nivel del mar, la presión de vapor del agua iguala la presión atmosférica, y el agua comienza a hervir. Durante este proceso, las moléculas de agua se separan y se convierten en vapor.
La ebullición es efectiva para eliminar patógenos porque la mayoría de ellos no pueden sobrevivir a altas temperaturas. Sin embargo, es importante destacar que hervir el agua no elimina contaminantes químicos como metales pesados, pesticidas o productos químicos industriales. De hecho, la ebullición puede concentrar estos contaminantes, ya que reduce el volumen de agua mientras los contaminantes permanecen.
Realidad: Como se mencionó anteriormente, hervir el agua es eficaz para eliminar patógenos biológicos, pero no elimina contaminantes químicos, metales pesados ni sedimentos. Si la fuente de agua está contaminada con estas sustancias, es necesario utilizar métodos de filtración adicionales. Un filtro de carbón activado, por ejemplo, puede eliminar muchos contaminantes químicos. La destilación es otro método, que implica hervir el agua y luego condensar el vapor, dejando atrás la mayoría de los contaminantes.
Realidad: Es cierto que el agua hervida pierde algo de oxígeno disuelto. Sin embargo, la cantidad de oxígeno en el agua potable es relativamente baja y no juega un papel significativo en la hidratación o la salud. El agua no se vuelve "muerta" en el sentido de perder sus propiedades esenciales para la vida. Al enfriarse, el agua puede reabsorber oxígeno del aire, aunque no alcanzará los niveles originales.
Realidad: Hervir el agua durante un minuto es suficiente para matar la mayoría de los patógenos. Hervirla durante más tiempo no la hará significativamente más pura, y en algunos casos, puede concentrar los contaminantes químicos presentes. En altitudes elevadas, donde el agua hierve a una temperatura más baja, se recomienda hervirla durante tres minutos para garantizar la eliminación de patógenos.
Realidad: El cambio en el sabor del agua hervida se debe principalmente a la pérdida de gases disueltos, como el oxígeno y el dióxido de carbono. Estos gases contribuyen al sabor fresco y agradable del agua. La ebullición no elimina significativamente los minerales, aunque puede causar que algunos se precipiten y formen incrustaciones en el hervidor.
Hervir el agua a ebullición durante al menos un minuto mata la mayoría de las bacterias, virus y protozoos que pueden causar enfermedades. Esta es una medida de seguridad importante, especialmente en áreas donde la calidad del agua es dudosa o durante brotes de enfermedades transmitidas por el agua.
Los bebés y las personas con sistemas inmunológicos debilitados son más susceptibles a las infecciones transmitidas por el agua. Hervir el agua antes de usarla para preparar biberones o para beber puede reducir significativamente el riesgo de enfermedad.
Algunas personas prefieren usar agua hervida y enfriada para preparar té o café, ya que la eliminación de gases disueltos puede mejorar el sabor de la bebida. El agua hervida también puede ayudar a extraer mejor los sabores de las hojas de té o los granos de café.
Para hervir agua correctamente y maximizar sus beneficios, se deben tener en cuenta los siguientes aspectos:
El agua hervida tiene diversas aplicaciones en la cocina, más allá de simplemente hacerla potable. Se utiliza para preparar infusiones, sopas, caldos, pasta, arroz y una amplia variedad de platos. La calidad del agua utilizada puede influir significativamente en el sabor y la textura final de los alimentos.
Por ejemplo, al cocinar pasta, utilizar agua hervida con sal ayuda a que la pasta se cocine de manera uniforme y absorba el sabor de la sal. Al preparar arroz, la proporción correcta de agua hervida y arroz es fundamental para lograr una textura esponjosa y bien cocida.
Si bien hervir el agua es un método eficaz de purificación, existen otras alternativas disponibles, especialmente para situaciones donde hervir el agua no es práctico o conveniente:
Hervir agua consume energía, ya sea gas, electricidad o leña. Es importante considerar el impacto ambiental de esta práctica y tomar medidas para reducir el consumo de energía. Por ejemplo, utilizar un hervidor eléctrico eficiente, hervir solo la cantidad de agua necesaria y apagar el fuego o el hervidor inmediatamente después de que el agua hierva.
Además, es importante considerar la fuente de energía utilizada para hervir el agua. Utilizar fuentes de energía renovables, como la energía solar o eólica, puede reducir significativamente el impacto ambiental de hervir agua.
Beber agua hervida no es intrínsecamente malo y, de hecho, puede ser beneficioso en ciertas circunstancias. La clave está en comprender los mitos y verdades que rodean esta práctica, así como en considerar el contexto específico y las alternativas disponibles. Al tomar decisiones informadas sobre cómo purificar y consumir agua, podemos proteger nuestra salud y minimizar nuestro impacto en el medio ambiente.