Enclavado en el vibrante barrio de La Latina, muy cerca del emblemático Rastro, se encuentra Malacatín, una taberna centenaria que ha resistido el paso del tiempo, convirtiéndose en un auténtico templo del cocido madrileño. Fundada a finales del siglo XIX, alrededor de 1895, esta casa de comidas es mucho más que un restaurante; es un pedazo de la historia de Madrid, un lugar donde la tradición y el sabor se entrelazan para ofrecer una experiencia gastronómica inolvidable.
Malacatín no es simplemente un restaurante que sirve cocido madrileño; es una institución. Regentada actualmente por la cuarta generación de la misma familia, la taberna ha mantenido intacta la receta original y el método de preparación de su plato estrella: el cocido madrileño. Esta dedicación a la tradición es palpable en cada bocado, transportando a los comensales a épocas pasadas, cuando la cocina casera y los ingredientes de calidad eran la norma.
La historia de Malacatín comienza con la llegada de Julián a Madrid en 1888. Aunque los detalles precisos de los primeros años son difusos, la taberna rápidamente se ganó una reputación por su cocina honesta y, sobre todo, por su cocido madrileño. A lo largo de las décadas, la receta se ha transmitido de generación en generación, perfeccionándose con el tiempo, pero siempre respetando los principios fundamentales que la hacen única.
En la actualidad, José Alberto es quien lleva las riendas de Malacatín, manteniendo vivo el legado familiar y asegurando que el cocido madrileño siga siendo el plato estrella de la casa. Su pasión por la cocina tradicional y su compromiso con la calidad de los ingredientes son evidentes en cada detalle, desde la selección de los garbanzos hasta la cocción lenta y cuidadosa de las carnes.
El cocido madrileño de Malacatín no es solo una comida, es un ritual. Se sirve en tres vuelcos, cada uno con su propia personalidad y sabor, creando una experiencia gastronómica completa y satisfactoria.
El primer vuelco es la sopa, elaborada con el caldo resultante de la cocción de todos los ingredientes. Esta sopa es ligera, sabrosa y reconfortante, perfecta para abrir el apetito y preparar el paladar para los siguientes vuelcos. Se sirve con fideos finos y, opcionalmente, con unas gotas de jerez, que realzan su sabor y aroma.
El segundo vuelco está compuesto por los garbanzos, la col y las patatas, los ingredientes vegetales que aportan textura y sabor al cocido. Los garbanzos son de una variedad local, pequeños y cremosos, cocidos a la perfección para que se deshagan en la boca. La col y las patatas se cocinan junto con las carnes, absorbiendo sus sabores y aromas, y se sirven tiernas y jugosas.
El tercer y último vuelco es el plato fuerte del cocido: las carnes. Aquí encontramos una variedad de embutidos y carnes, cada uno con su propio sabor y textura. Chorizo, morcilla, tocino, gallina, morcillo... Todos ellos cocidos lentamente para que estén tiernos y jugosos, y se deshagan en la boca. Este es el plato que sacia el apetito y deja una sensación de satisfacción duradera.
La calidad de los ingredientes es fundamental para el éxito del cocido madrileño de Malacatín. La taberna se abastece de proveedores locales, que ofrecen productos frescos y de temporada. Los garbanzos son de una variedad local, las verduras son de huertos cercanos y las carnes son de animales criados en libertad. Esta dedicación a la calidad se traduce en un sabor auténtico e inigualable.
El garbanzo madrileño es la base del cocido y uno de los ingredientes más importantes. Se trata de una variedad pequeña y cremosa, con una piel fina y un sabor delicado. Su cocción requiere paciencia y cuidado, ya que deben quedar tiernos pero no deshechos. Malacatín utiliza garbanzos de la mejor calidad, seleccionados cuidadosamente para asegurar un resultado perfecto.
La variedad de carnes que se utilizan en el cocido madrileño de Malacatín es impresionante. Desde el chorizo y la morcilla, con su sabor intenso y ahumado, hasta el tocino, que aporta grasa y jugosidad, pasando por la gallina y el morcillo, que dan sabor al caldo y se deshacen en la boca. Cada carne se cocina por separado, para que conserve su sabor y textura, y se sirve en el tercer vuelco, creando un festín de sabores y texturas.
Malacatín es mucho más que un restaurante; es un espacio con historia y personalidad. Ubicado en una casa de comidas centenaria, la taberna conserva su decoración original, con paredes revestidas de azulejos, mesas de madera maciza y bancos corridos. El ambiente es cálido y acogedor, perfecto para disfrutar de una comida en familia o con amigos.
La decoración de Malacatín es un reflejo de su historia y su tradición. Las paredes están adornadas con carteles de toros, fotografías antiguas y objetos de colección, creando un ambiente castizo y auténtico. La barra de madera maciza es perfecta para tomar un vino y disfrutar de unas tapas antes de sentarse a la mesa.
El servicio de Malacatín es cercano y profesional. El personal es amable y atento, y está siempre dispuesto a ayudar a los comensales a elegir el plato perfecto o a recomendar un buen vino. La atención al detalle es una de las señas de identidad de la casa, y se nota en cada aspecto de la experiencia gastronómica.
El cocido madrileño es mucho más que un plato tradicional; es un símbolo de la gastronomía madrileña. Su origen se remonta a la Edad Media, y a lo largo de los siglos se ha convertido en un plato imprescindible en las mesas de las familias madrileñas. Cada casa tiene su propia receta, pero todas comparten los mismos ingredientes básicos: garbanzos, verduras y carnes.
Aunque existen muchas variantes del cocido en España y en otros países, el cocido madrileño se distingue por su sabor y su método de preparación. A diferencia de otros cocidos, el cocido madrileño se sirve en tres vuelcos, y utiliza garbanzos de una variedad local. Además, se cocina lentamente, para que los ingredientes liberen todo su sabor y aroma.
El cocido madrileño ha trascendido la gastronomía y se ha convertido en un elemento importante de la cultura popular madrileña. Se le menciona en libros, películas y canciones, y es un plato que se asocia con la tradición, la familia y la amistad. Comer un cocido madrileño en Malacatín es una forma de conectar con la historia y la cultura de Madrid.
Malacatín es mucho más que un restaurante; es un tesoro en el corazón de Madrid. Un lugar donde la tradición y el sabor se entrelazan para ofrecer una experiencia gastronómica inolvidable. Si visitas Madrid, no puedes perderte la oportunidad de probar el cocido madrileño de Malacatín. Te aseguro que no te arrepentirás.
Malacatín se encuentra en la calle Ruda, 5, en el barrio de La Latina, cerca de la plaza de Cascorro. Es fácilmente accesible en transporte público, y también se puede llegar a pie desde el centro de la ciudad. La taberna abre todos los días, excepto los domingos por la noche y los lunes. Es recomendable reservar con antelación, especialmente los fines de semana.
Las opiniones de los clientes de Malacatín son unánimes: el cocido madrileño es excelente, el servicio es impecable y el ambiente es acogedor. Muchos consideran que es el mejor cocido de Madrid, y recomiendan la taberna a todos los que visitan la ciudad. Estas opiniones son un reconocimiento a la calidad del trabajo de la familia Malacatín, que ha sabido mantener viva la tradición y ofrecer una experiencia gastronómica única.
tag: #Cocido