Las tortas de anís caseras son un bocado que evoca recuerdos de la infancia, tardes en familia y el aroma inconfundible de la repostería tradicional. Más allá de ser un simple dulce, representan un legado culinario transmitido de generación en generación, adaptándose a los tiempos pero conservando su esencia crujiente y su sabor anisado característico.
Aunque su origen exacto se pierde en la historia, las tortas de anís están fuertemente ligadas a la gastronomía andaluza, particularmente a la provincia de Sevilla. Con ingredientes sencillos y técnicas transmitidas oralmente, estas tortas nacieron como una forma de aprovechar los recursos disponibles, transformando la harina, el aceite, el azúcar y el anís en un manjar accesible para todos. Su popularidad creció rápidamente, convirtiéndose en un símbolo de la repostería casera y un acompañamiento perfecto para el café de la tarde o una copa de vino dulce.
La magia de las tortas de anís reside en su simplicidad. La receta básica requiere ingredientes básicos y fáciles de encontrar, lo que las convierte en una opción ideal para quienes se inician en el mundo de la repostería. Sin embargo, la calidad de estos ingredientes y la precisión en las cantidades son fundamentales para lograr el resultado deseado: unas tortas crujientes, doradas y con un sabor equilibrado.
La elaboración de las tortas de anís caseras es un proceso relativamente sencillo, pero requiere paciencia y atención al detalle. Cada paso contribuye al resultado final, desde el amasado hasta el horneado, transformando ingredientes simples en un bocado irresistible.
En un recipiente amplio, mezcla la harina con el azúcar y la sal (si se utiliza). Añade el aceite de oliva virgen extra, el licor de anís y el agua tibia poco a poco, mezclando con una cuchara de madera o con las manos hasta obtener una masa homogénea y ligeramente pegajosa. Si utilizas levadura, disuélvela previamente en un poco de agua tibia antes de añadirla a la masa.
Amasa la masa sobre una superficie ligeramente enharinada durante unos 10-15 minutos, hasta que esté suave y elástica. Forma una bola, colócala en un recipiente ligeramente engrasado, cúbrela con un paño húmedo y déjala reposar en un lugar cálido durante al menos 30 minutos, o hasta que haya duplicado su volumen (si utilizas levadura).
Una vez que la masa haya reposado, divídela en porciones pequeñas (aproximadamente del tamaño de una nuez). Estira cada porción con un rodillo sobre una superficie enharinada hasta obtener una torta fina y redonda. Pincha la superficie de la torta con un tenedor para evitar que se infle durante el horneado. Espolvorea la superficie con azúcar y anís en grano.
Precalienta el horno a 180°C (350°F). Coloca las tortas sobre una bandeja de horno cubierta con papel de hornear y hornea durante unos 10-15 minutos, o hasta que estén doradas y crujientes. Vigila las tortas durante el horneado para evitar que se quemen.
Retira las tortas del horno y déjalas enfriar completamente sobre una rejilla antes de disfrutarlas. Las tortas de anís caseras se conservan bien en un recipiente hermético durante varios días, aunque lo más probable es que desaparezcan mucho antes.
Si bien la receta tradicional es deliciosa por sí sola, las tortas de anís caseras admiten variaciones creativas que permiten personalizar el sabor y adaptarlo a los gustos individuales. Aquí te presentamos algunas ideas:
Para lograr unas tortas de anís caseras perfectas, ten en cuenta los siguientes consejos y trucos:
Las tortas de anís caseras son mucho más que una simple receta. Son un símbolo de la tradición, la familia y el sabor auténtico de la repostería casera. Prepararlas en casa es una forma de conectar con nuestras raíces, de revivir recuerdos y de compartir un pedazo de nuestra historia con quienes amamos. Así que, anímate a preparar estas deliciosas tortas y disfruta del crujido perfecto y el sabor inconfundible del anís.
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